Cada año, la Ciudad de México se transforma en un paisaje digno de postal gracias a las jacarandas. Sus flores color violeta pintan avenidas, parques y plazas, marcando la llegada de la primavera con un espectáculo natural que se ha convertido en parte de la identidad capitalina.
Aunque muchos las sienten tan nuestras, las jacarandas no son originarias de México. Llegaron desde Sudamérica a principios del siglo XX, traídas por el jardinero japonés Tatsugoro Matsumoto, quien las introdujo para adornar las principales avenidas de la ciudad. Su éxito fue tal que, con el tiempo, se multiplicaron hasta convertirse en símbolo de la temporada primaveral.
Hoy, los capitalinos esperan con entusiasmo ese momento en que las flores comienzan a cubrir el asfalto. Si quieres disfrutar este espectáculo natural, hay varios puntos imperdibles en la ciudad donde las jacarandas florecen con más intensidad.
Uno de los más emblemáticos es el Parque México, en la Condesa. Sus senderos se visten de tonos lilas y violetas, y basta con caminar por la calle Ámsterdam para sentir que uno está dentro de una pintura impresionista. Otro lugar clásico es Ciudad Universitaria, donde los árboles rodean los edificios de la UNAM y enmarcan con su color los recorridos por los museos y jardines del campus.
La Alameda Central, en el corazón del Centro Histórico, también ofrece un espectáculo visual encantador. Sus amplios caminos están flanqueados por jacarandas que cubren el suelo con una alfombra de pétalos, acompañada del característico aroma que anuncia la llegada del calor.
Otros puntos que vale la pena visitar son Paseo de la Reforma, el Bosque de Chapultepec, la Glorieta de la Cibeles en la colonia Roma y la Alameda de Santa María la Ribera. Todos ofrecen distintas perspectivas de la ciudad teñida de violeta, ideales para una caminata tranquila o para capturar la foto perfecta.
Sin embargo, detrás de tanta belleza hay un detalle curioso: la jacaranda es considerada una especie invasora. Investigadores de la UNAM señalan que altera el equilibrio ecológico, pues compite con especies nativas y afecta la red de microorganismos que habitan el suelo. Aun así, su presencia se ha vuelto inseparable del paisaje urbano de la capital.
En los últimos años, su florecimiento se ha adelantado algunas semanas, un fenómeno que los expertos atribuyen al cambio climático. Este adelanto, aunque pintoresco, puede debilitar a los árboles y hacerlos más vulnerables a plagas y enfermedades.
A pesar de ello, no hay duda de que el florecimiento de las jacarandas sigue siendo uno de los momentos más esperados del año. Así, entre el asfalto y los edificios, la naturaleza se abre paso para recordarnos que la primavera, con todo su color y fragancia, siempre regresa.