El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) confirmó que junio fue el mes más lluvioso registrado en la historia del país, con precipitaciones que superaron cualquier marca anterior. Las lluvias se extendieron prácticamente por todo el territorio nacional, sorprendiendo tanto por su intensidad como por la duración de los episodios que afectaron a diversas regiones.
De acuerdo con el organismo, las lluvias acumuladas alcanzaron niveles históricos debido a la combinación de varios fenómenos: el paso de sistemas tropicales, la llegada temprana de ondas de calor que se transformaron en tormentas, y la interacción constante entre frentes fríos y humedad proveniente del Golfo de México y del océano Pacífico. Este conjunto de condiciones provocó una temporada inusualmente activa y húmeda.
Durante ese mes, ciudades y comunidades de distintos estados reportaron precipitaciones casi diarias, afectaciones en viviendas y caminos, y cortes en el suministro de agua o energía. En algunos casos, el volumen de lluvia acumulado en solo una semana igualó o superó el promedio mensual histórico. Regiones del norte y occidente, que en años recientes habían sufrido sequías, registraron ahora desbordamientos de ríos y daños por inundaciones repentinas.
El SMN destacó que, aunque el exceso de agua ayudó a recuperar niveles en presas y acuíferos, también generó preocupación por la saturación de los suelos y el riesgo de deslaves en zonas montañosas. Autoridades locales y federales implementaron operativos de emergencia en comunidades afectadas, especialmente en áreas rurales.
Los meteorólogos explicaron que este comportamiento extremo podría estar relacionado con el fenómeno de La Niña, conocido por alterar los patrones de lluvia y temperatura en diferentes partes del mundo. Aunque no es un evento nuevo, su intensidad reciente podría estar reforzada por los efectos del cambio climático, que están volviendo más frecuentes los eventos meteorológicos extremos.
Pese a los daños, expertos coinciden en que este episodio dejó aprendizajes importantes: la urgencia de fortalecer la infraestructura hidráulica, mejorar los sistemas de drenaje y planificar mejor el crecimiento urbano para reducir riesgos ante futuras lluvias intensas. También subrayan la necesidad de políticas ambientales que ayuden a mitigar el impacto del cambio climático.
El récord histórico de junio quedará como una advertencia: el clima está cambiando y el país debe prepararse para un futuro en el que la lluvia puede ser tanto bendición como amenaza.