Quién de nosotros no ha despertado alguna vez con ese dolor de cabeza, un malestar general y prometiendo solemnemente no volver a probar el alcohol. Sí, estamos hablando de la famosa “cruda”. Pero, ¿te has preguntado de dónde surge este término tan arraigado en nuestro lenguaje cotidiano?

Lo “crudo” del asunto

La palabra “cruda” se refiere a algo que no ha sido cocido o procesado. Es probable que usemos “cruda” para describir cómo nos sentimos al día siguiente de una fiesta: sin procesar, aún sintiendo los efectos del alcohol, crudos ante el mundo.

La magia de nuestro lenguaje
Nuestro lenguaje está lleno de expresiones que reflejan nuestro humor, cultura y forma de ver el mundo. Decir “tengo la cruda” en vez de “tengo resaca” es solo una muestra de cómo hemos sabido adaptar el lenguaje a nuestra realidad.

Nuestros infalibles remedios:
No solo nos caracterizamos por ponerle nombre a la resaca, sino también por buscarle cura. Mientras algunos juran que una buena barbacoa es el remedio perfecto, otros optan por un caldo de pancita o menudo que, según dicen, tiene propiedades mágicas contra la cruda.

Más allá de nuestras fronteras

Aunque “cruda” es un término que llevamos en el corazón, no somos los únicos que lo utilizamos. En otros rincones de Latinoamérica también se escucha, pero, seamos honestos, nadie lo dice con tanto sentimiento como nosotros.

La “cruda” es más que una palabra; es una experiencia que, de alguna forma, nos une. Es una anécdota que contaremos al paso de los años, una risa compartida con amigos y, sobre todo, una muestra más de nuestra increíble cultura.