En un estudio de grabación vacío, el silencio se vuelve una declaración. Así comienza el tráiler de Is This What We Want? (“¿Es esto lo que queremos?”), un disco producido como protesta ante la creciente presencia de la música generada por inteligencia artificial (IA). Los músicos detrás del proyecto consideran que la creación automatizada representa una amenaza real para su oficio.
El álbum, compuesto por 12 temas de sonidos ambientales, utiliza su propia lista de canciones como mensaje: El gobierno británico no debe legalizar el robo de música para beneficiar a las compañías de inteligencia artificial. Y es que la preocupación no es poca. De acuerdo con un estudio de la consultora alemana Goldmedia, encargado por las sociedades de gestión de derechos de autor GEMA y Sacem, la IA podría provocar pérdidas de hasta 2 mil 700 millones de dólares en la industria musical entre 2023 y 2028. Se calcula que para ese año, casi una tercera parte de los ingresos de los compositores estará en riesgo.
Artistas como Annie Lennox, Hans Zimmer, Jamiroquai, Dua Lipa o Paul McCartney han alzado la voz, sumándose a una carta abierta que denuncia el uso no autorizado de música para entrenar modelos de IA. Otros músicos y organizaciones han hecho lo mismo, y en Estados Unidos, el estado de Tennessee ya aprobó una ley que protege a compositores e intérpretes ante el uso indebido de sus obras por parte de sistemas automatizados.
El panorama preocupa: el 71 % de los autores encuestados por Goldmedia teme no poder vivir de su trabajo debido a la IA, aunque 35 % reconoce haber usado estas herramientas en su proceso creativo. Para algunos, la inteligencia artificial representa una nueva forma de inspiración; para otros, un riesgo que pone en manos de grandes empresas el fruto del talento humano sin ofrecer compensación alguna.
A esto se suma la falta de transparencia. Un análisis de la Universidad de Stanford reveló que ninguno de los principales desarrolladores de IA cumple con estándares claros en este sentido: el mejor evaluado apenas alcanzó 54 de 100 puntos.
Los conflictos legales no se han hecho esperar. En 2023, Universal Music Publishing Group, Concord y Abkco demandaron a Anthropic, desarrolladora del asistente Claude, por infracción de derechos de autor. En 2025, la Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos (RIAA) presentó nuevas demandas contra las compañías Suno AI y Uncharted Labs, creadora de Udio AI, a las que acusan de “robar música” para producir canciones generadas artificialmente. Las grandes discográficas –Sony, Universal y Warner– buscan compensaciones de hasta 150 mil dólares por cada obra afectada.
Como alternativa, se ha propuesto que las empresas de IA adquieran licencias que les permitan acceder legalmente a bibliotecas musicales creadas por humanos, garantizando así un pago justo a los autores.
En México, el debate también ha comenzado. En abril pasado nació la Coalición por el Acceso Legal a la Cultura, una asociación civil que reúne a diversos sectores creativos del país. Su objetivo es claro: proteger los derechos de autor frente al uso masivo y no autorizado de obras para entrenar modelos de inteligencia artificial. “Hemos aprendido a adaptarnos a las nuevas tecnologías, pero enfrentamos un uso desmedido que vulnera el sistema de protección de derechos”, señalaron sus integrantes.
El silencio del estudio, aquel del video promocional, no es casual. Es una pausa que invita a reflexionar: ¿qué perderíamos si dejamos que las máquinas reemplacen la voz de quienes nos han hecho sentir a través de la música?.