La música perdió a una de sus figuras más entrañables. Roberta Flack, la cantante y pianista estadounidense cuya voz suave y emotiva marcó a toda una generación, falleció a los 88 años en su hogar, acompañada de su familia. Su publicista, Elaine Schock, confirmó que la artista “partió en paz, rodeada de los suyos”.

Flack había anunciado en 2022 que padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que le impidió seguir cantando, aunque nunca logró silenciar el eco de sus interpretaciones.

Nacida en 1937 en Carolina del Norte y criada en Arlington, Virginia, Roberta Cleopatra Flack creció en un hogar donde el góspel llenaba cada rincón. Su talento al piano fue evidente desde niña, tanto que obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Howard a los 15 años. En una entrevista recordó cómo su padre rescató un viejo piano de un desguace, lo pintó de verde y se lo regaló. “Fue mi primer instrumento, y con él descubrí mi voz interior”, dijo con nostalgia.

Su carrera tomó impulso en los clubes de Washington, donde fue descubierta por el músico de jazz Les McCann. A los 32 años firmó con Atlantic Records y, poco después, alcanzó la fama mundial. Todo cambió cuando Clint Eastwood eligió su interpretación de The First Time Ever I Saw Your Face para una escena clave de su película Play Misty for Me (1971). La canción, con su tono íntimo y la delicadeza de su piano, llegó al número uno de Billboard y le valió el Grammy a “Disco del Año” en 1972.

Un año después repitió el logro con Killing Me Softly With His Song, convirtiéndose en la primera artista en ganar Grammys consecutivos por mejor grabación. Con esa voz de terciopelo y una interpretación medida, Flack transformaba cada palabra en emoción pura.

Aunque podía igualar la intensidad góspel de Aretha Franklin, Roberta prefería la sutileza. Su estilo era introspectivo, casi terapéutico. En lugar de imponer su voz, la dejaba flotar. Sus contemporáneos la describían como una presencia elegante y consciente, tanto en la música como en los movimientos sociales de su tiempo. Fue amiga del reverendo Jesse Jackson y de Angela Davis, a quien llegó a visitar en prisión. Cantó en el funeral de Jackie Robinson y participó en el proyecto infantil Free to Be… You and Me, que promovía la igualdad de género y la libertad emocional.

Aunque sus grandes éxitos se concentraron en los años setenta, Flack siguió activa durante décadas. En los ochenta triunfó con Tonight, I Celebrate My Love, junto a Peabo Bryson, y en los noventa con Set the Night to Music, a dúo con Maxi Priest. En esa misma década volvió al centro de atención cuando los Fugees versionaron su emblemático Killing Me Softly, canción que ella interpretó nuevamente en vivo junto al grupo de hip-hop.

Su imagen —el afro perfectamente redondeado, el porte sereno, el compromiso con la justicia racial— la convirtió en símbolo de una época. En sus propias palabras: “Viví el movimiento por los derechos civiles. Aprendí que ser negro era algo profundamente positivo… protesté con canciones llenas de amor”.

En total, Roberta Flack ganó cinco premios Grammy, tres de ellos por la misma canción, y fue reconocida en 2020 con el Grammy a la trayectoria. Su legado no solo está en los discos, sino en la forma en que hizo sentir que cada nota podía hablar del alma.

Hoy, su voz se apaga físicamente, pero sigue resonando en cada interpretación que convirtió en un refugio de calma, amor y dignidad.