Desde que despegó en agosto de 2018, la sonda Solar Parker de la NASA ha roto todos los récords posibles en la exploración espacial. En su misión más reciente, se prepara para un acercamiento histórico: llegará a solo seis millones de kilómetros de la superficie del Sol, un punto tan extremo que ningún otro objeto creado por el ser humano ha estado tan cerca del astro rey.

El viaje no ha sido sencillo. En 2021, Parker se convirtió en la primera nave en “tocar” el Sol, internándose en su atmósfera sin fundirse. Un año más tarde soportó una poderosa explosión solar, y recientemente pasó cerca de Venus para ajustar su trayectoria final. Gracias a ese impulso gravitacional, este 24 de diciembre alcanzará una velocidad de casi 700 mil kilómetros por hora, la más alta lograda por una nave espacial, mientras se adentra en el periodo de máxima actividad solar, que ocurre cada once años.

A esa velocidad, el escudo térmico de carbono de la sonda —de poco más de 11 centímetros de grosor— deberá resistir temperaturas que superan el millón de grados. “La Solar Parker es el objeto más rápido que ha construido el ser humano”, explica Teresa Nieves Chinchilla, científica de la NASA y especialista en heliofísica. “No hay suficiente combustible para llegar tan lejos, por eso usamos la gravedad de Venus como impulso”.

Pero más allá del récord, el propósito de la misión es responder una de las preguntas más desconcertantes de la astrofísica moderna: ¿por qué las capas externas del Sol son mucho más calientes que su superficie visible? La sonda estudia la corona solar, una región compuesta por plasma, cuya temperatura puede superar el millón de grados, frente a los 5 mil de la superficie. Desde la Tierra, esta parte solo puede observarse durante los eclipses solares, lo que limita los datos disponibles. La información que Parker obtenga ayudará a entender cómo el Sol genera y libera energía que influye en todo el sistema solar.

Comprender el comportamiento de la corona también es clave para predecir las tormentas solares. Estos fenómenos pueden dañar satélites, afectar las telecomunicaciones e incluso poner en riesgo a los astronautas. “Una tormenta como la que ocurrió en mayo pasado habría expuesto a un astronauta a una radiación equivalente a 30 radiografías de rayos X”, detalla Nieves Chinchilla. Saber cómo se originan y evolucionan estos eventos es esencial para futuras misiones humanas, como el programa Artemis —que busca regresar a la Luna antes de 2027— y las futuras expediciones a Marte.

La Solar Parker, que lleva el nombre del astrofísico Eugene Parker, pionero en el estudio del viento solar, completará 24 órbitas alrededor del Sol antes de finalizar su misión en junio de 2025. Cada acercamiento será más arriesgado que el anterior, pero también más revelador. Lo que comenzó como una idea visionaria se ha convertido en una hazaña científica sin precedentes: una nave que desafía el calor y la velocidad para ayudarnos a comprender el corazón ardiente del sistema solar.